domingo, 28 de octubre de 2012


Amaré lo que enciende tu sueño.
Donde Dios sopla sol en invierno.
Junto al mar, donde nadan los cielos.
En la paz de un capullo en ascenso.

Te amaré donde está mi silencio.
Donde oré imaginando tu anhelo.
Sin hablar, sin hacer juramentos;
porque estás donde nace lo eterno.

Te amaré en un lugar que no encuentro:
porque amar, es perderse del tiempo.
Detendré, este amor en el viento,
para estar, sin llegar al recuerdo.


Enrique Flores Cáceres.

Intentaré recordar lo soñado,
pues parecía importante;
dejo en blanco la mañana,
para pensar hasta acordarme.

Creo que eran flor/miradas,
que se extendieron en mí;
en dos segundos de dicha,
divididos en la locura que viví.

No lo sé, todo puede ser;
hasta la voz hecha rosa,
de esa inmensa mujer.

(Era así, me doy un parabién
mis vellos, que la aman,
juran que fue usted, señora,
quien hizo orgasmo en mi fe).


Enrique Flores Cáceres.

Señora mía,
si usted no me desnuda la camisa,
y otea mi horizonte, cuesta arriba;
¿cómo llego yo al descenso de su dicha,
para mojarla en este instante, escapado de la vida?


Enrique Flores Cáceres.

Usted, señora, tiene la edad de mi alma;
es el grito más hondo que lanza mi mirada;
usted sube al desierto donde mi sed de usted,
llena al infinito de las lluvias más esperadas


Enrique Flores Cáceres.

Escribo por un ave perdida;

por amor a la vida;

porque, antes de topar a la muerte,

(que en todos los ojos se duerme)

deseo ver primero inerte,

el dolor en el Mundo,

el cual ha herido de amor a mi suerte.




Enrique Flores Cáceres.

Sin ti qué es el viento
el mundo, mi cama
la puerta que se abre
y me entrega el mañana.

Sin ti qué es el sol
que ofrece su alma
la rosa que jura amar
mi mirada.

Sin ti cómo enciendo
la luna en mi cielo
y abrigo las noches
tocando tu pelo

Sin ti quién me dice
que duerma contento,
que tú aire da forma,
al sueño que anhelo.

Sin ti no pretendo
que llegue el momento,
dónde alguien me cante,
papá yo te quiero.


Enrique Flores Cáceres.

Callada se
queda
después de
los golpes;
sacuden
su alma
aún los
azotes...

Se siente
extraviada,
por el sol
olvidada...
decide de
pronto,
marcharse
de casa...

Su madre
le dice,
pequeña
no vuelvas,
quien pega
a una rosa
no vale
la pena...

La hija
responde,
un poco
contenta,
que no
hubo en
la vida,
ninguno...
que no
lanzase
una piedra...

Regresa a
su casa,
pintada y
muy bella;
el hombre
que ama
la besa en
la puerta...

Susurra
querida
he llorado
tu ausencia;
prometo
que nunca
tocaré tus
esencias...

Es abril y
despuntan
flores en los
campos...
una madre
de luto,
está hecha
pedazos...

Gritan mil
gargantas
y en la tierra
acostada
aquella rosa
que amaba...
jamás dirá nada...

Ya no dice
nada...
ya no
piensa nada...
ya, no mira
al cielo,
para ver
sus sueños...

Ellas es sólo
una...
de muchas
que abundan,
nunca dicen
nada...
hasta que
las matan...

Están ya
calladas...
la luz
apagada...

Y aún crecen
los gritos,
en todos
los sitios,
de quienes
arrancan,
los ojos del
alma...
de aquellas
que pronto,
jamás dirán nada...

Ya no dicen
nada;
Ya no piensan
nada;
Ya no sienten
nada...
Ya no
sueñan nada...


Enrique Flores Cáceres.

En un beso sin beso
dejo el beso de mi alma
a tus besos
porque te amo
y robo al silencio su credo
para orar al padre nuestro
que venga donde me acuesto
trayendo un rincón de tu sueño.

Enrique Flores Cáceres.

viernes, 26 de octubre de 2012


Una tarde dormí en tu pelo;
besé tus pies, allí sentí lo eterno
desde entonces,
no soy yo, lo que yo siento.

No es el aire, no es el tiempo,
ni el hambre doloroso
que se extiende
por todo mi universo.

Eres tú, tan honda tú,
recorriendo los instantes,
que aún no tengo.



Enrique Flores Cáceres.

Será de mí, luna gris;
rayo de sol fugaz;
estrella, siempre detrás,
de las que lejos, parecen estar.

¿Seré mentira?, mentira.
Seré camino de la verdad.
Seré tristeza por la tristeza.
Seré sonrisa, si estás.


Enrique Flores Cáceres.

miércoles, 24 de octubre de 2012


‎(Ha entendido que sin su alma,
señora,
mi alma se hace nada?)


Enrique Flores Cáceres.

señora
el que la ama
en este verso,
no la olvida

quien escribe
esta rima
la llora cada día

construye
una entrada,
sin entradas
ni salidas

para atraparla
en las calles
de mi vida

que ni empiezan
ni terminan.

señora,
qué mas quiere
que le diga.

dice Dios
que mis plegarias
no se aceptan allá arriba.


Enrique Flores Cáceres.

Señora mía,
su falda
es mi único día.

Si yo la desnudara,
señora mía,
usted comprendería;
lo que es ser hombre,
adorando su saliva.


Enrique Flores Cáceres.

Señora mía,
usted me quema,
usted me daña.

Usted termina con mi calma.

Sin embargo,
le digo que mi alma,
sin usted se hace nada.


Enrique Flores Cáceres.

Señora
el que la ama
en este verso,
no la olvida.

Quien escribe
esta rima
la llora cada día.

Construye
una entrada,
sin entradas
ni salidas.

Para atraparla
en las calles
de mi vida.

Que ni empiezan
ni terminan.

Señora,
qué mas quiere
que le diga.

Dice Dios
que mis plegarias
no se aceptan allá arriba.

Que renuncie
a su sonrisa.

Bajo pena
de llorarla
mientras viva.


Enrique Flores Cáceres.

Señora mía,
el agua no hace río en mi sonrisa.

La muerte con su muerte,
no me mira.

Las lunas de la luna,
en las noches no me anidan.

Porque dicen que la amo,
como nadie amó jamás un día.

Señora mía,
yo estoy ya de rodillas.

Orando que su falda
descanse en mis caricias.

No soy quien lleva el aro
y juró sembrar su dicha.

Yo sólo soy el hombre,
que da la muerte por su vida.



Enrique Flores Cáceres.

martes, 23 de octubre de 2012


Pasaré la vida contigo.

Escribiendo versos en tu mente,

tu braga y tu ombligo.




Enrique Flores Cáceres.


Grave error es creer que el dinero es para el Reino de los Cielos;

para el reino de las iglesias o para el reino de nuestros bolsillos.

El dinero es para alimentar el cuerpo, la mente y la emoción de

todos, absolutamente todos, los seres humanos.



Enrique Flores Cáceres.


Se cae mi calle
cuando tú
andas mi calle.

Cuando tus pies
iluminan mi calle
las estrellas
lloran,
por alumbrar mi calle.

Mi calle se calla
cuando tú no
la vistes
de tu traje,

pasa frío mi calle,

toma aliento
en tu recuerdo,
para poder esperarte



Enrique Flores Cáceres.

Cuando te bese,

se bañarán en mis labios

gotas de amor escondidas,

en los recintos emocionales del universo.



Enrique Flores Cáceres.

(Mi problema no es morir; es morir porque te pierdo)

(Mi problema no es hablar; es callarme que te quiero)

El problema no es largarme,
es que lo hago sin tus besos.

El problema no es perderme,
es hallarme sin tu pelo.

El problema no es amar,
es amar a quien no veo.

El problema no es llorar,
es hacerlo en un desierto.

El problema no es el verso,
es que faltan tus acentos.

El problema no es volar,
es que vuelo sin tu cielo.

El problema no es soñar,
es no verte si despierto.

El problema no es morir,
es morir sin tu deseo.



Enrique Flores Cáceres.
Fragmento de mi novela, "Voy a morir" que presentaré en Lima el sábado 19 de enero del 2,013, en Casa de la Literatura Peruana, de 6 a 8 de la noche.

Sensaciones que se abrazan a mi historia.

Menudo alegato que haré a mi Dios cuando le vea.

Claro, lo infinitamente seguro es que mi retahíla ante el Ser

quedará perdida en lo inexistente cuando mis ojos contemplen, por

primera y única vez, su Mirada.

Pero, carambas, me tocó vivir en los dos polos de la vida y,

como si fuera poco, ambos hicieron una mescolanza de sí mismos

utilizando el óleo de mis días para pintar sus afanes empíricos.

No me extiendo porque lo que viene es delicioso.

Sólo añado que mi vida se ha quedado sin huellas porque se

las llevaron todos los semejantes que pasaron por ella, dejando en

mi estado emocional, felicidad por todo lo vivido.

Neruda confiesa que ha vivido memorias.

Yo declaro que el Ser al cual demandaré algún día, me ha llenado

de paz.

( Ella se fue, hace un cuarto de siglo sin infancia. Sin embargo, la sigo desnudando).

Se está desnudando la Niña
a su manera bendita,

Pensando en el infinito,
allí dejará su sonrisa.

Viendo su vestido viento,
mi voz le dice a la Niña,

Dame el amor de tu mente,
yo olvidaré mi saliva.


Enrique Flores Cáceres.

Yo no sé
cómo decirle
a usted,
que con usted,
cambió mi existir.

No sé cómo decirle,
que con usted,
llegó a mi vida,
una nueva vida,
una esplendorosa paz.

Por las noches,
al apagarse
las luces del cielo,
apago también las de mi casa
y me pongo a pensar en usted,
tal, cual usted es:

Rosa usted,
Sencilla usted,
Majestuosa usted,
Intelectual usted,
Cristiana usted,
Mujer usted.


Enrique Flores Cáceres.

Cuando murió mi alma
el aire se iba de ti,
no sé si Dios nacía
o volvía a Morir.

Cuando tus ojos
subieron el cielo,
a Lugares sin Recuerdo
nací de nuevo sin mí.

He sido perro
ladrón de nadie
bandido del sol,
cruel asesino
para ver al infierno
tranquilo.

Las consecuencias
han sido,
llevar sus dolores
conmigo.

El tiempo
hizo caminos,
el ave cagó
donde vivo.

Perdió mi sangre
su abrigo,
no he sabido
ser cobarde,
amando sin ti
tu destino.

Pero me he
quedado jodido,
de tanto besar
lo perdido.

Hoy confundo
lo que ansío,
pero juro,
si te miro,
cada segundo
que aspiro,
lo vivo
de nuevo contigo.

Camino lo que olvido
por imaginarte, cariño;
si es clavel o puñal,
esas cuentas jamás pido.

En el cristal que yo miro,
vale tanto un gran amigo,
como el mejor enemigo,
nada de ello ahora vivo
sólo tu voz sin estar
en la cama donde existo...


Enrique Flores Cáceres.

Eres el origen del sol.

muro hecho de candor.


La flor se originó

subiendo por tu olor.


Al himno del amor

lo engendró el silencio de tu voz.



Enrique Flores Cáceres.

Es amor,cuando sabes que tú eres en ella.

aunque mueras.

Porque, entonces,

si alguien enciende su estrella,

ella verá tu nombre, en esa vela.


Enrique Flores Cáceres.

¿Sabes que te amo

con el alma?

que te he asegurado

una vida

libre

de desgracias?

¿que mi alma no se salva?


para que la tuya se encienda?



Enrique Flores Cáceres.

domingo, 21 de octubre de 2012



VEINTE POEMAS CON TU NOMBRE

Usted es quien me busca
usted es quien me olvida
usted es quien me besa
usted es quien me mima.

Usted es el mañana
del cielo de mi vida
usted es la ventana
del tiempo que me mira.

Usted es lo que digo
camino del delirio
su nombre me da frío
sus manos son mi abrigo.

Sus pechos lo que pinto
sus ojos el alivio
rosales donde vivo,
momentos infinitos.

Usted es lo que pido
al Dios que está conmigo
su aliento es lo que entiendo
por aire, por cariño.

Usted es ese lirio
que siendo sólo un niño
imaginé subiendo
como hombre en mi destino.

Usted es lo que nombra
la vida que me falta
derrámese en mis ansias
delinee mis entrañas.

Usted es quien da forma
a voces que la aclaman,
con rimas que quisieran,
ser versos en su alma.


Enrique Flores Cáceres.

viernes, 19 de octubre de 2012


En un lugar sin tiempo
donde no existe nada
te voy a mirar.

En un lugar donde
no se puede hacer el amor
nos vamos a mojar.

En un lugar
donde no se puede pensar
te voy a imaginar.

En un lugar
donde no hay sentimientos
por ti voy a llorar.

En un lugar
donde no ha nacido el viento
tu aliento lo va a inventar.


Enrique Flores Cáceres.


‎(Fragmento de novela)

Con mi padre me llevaba genial.
Era más duro que comer un pan de enero en diciembre, pero pronto le cogí el hilo: sí papá, muy bien papá, como tú digas, papá.
Además era un buen tío, muy buen esposo, adelantado para su época en cuanto a compartir decisiones con mi madre. Él la veneraba.
Sin embargo mi debilidad era ella. Siempre anduve pegado a sus faldas, tanto así que hasta empezar el primer año de primaria íbamos juntos todas las mañanas a su colegio.
Mi primer recuerdo brota a partir de los 3 años y medio hasta los 6, aunque la Pedagoga decía que antes de cumplir 36 meses ya me sentaba en el aula al lado de las niñas.

Ella enseñaba sexto grado cuando cumpliendo cinco años y medio, una niña muy espabilada me pidió que me siente con ella.
En la hora del recreo, Azucena sugirió que me quede un ratito más.
Era una adolescente complicada que había venido en la segunda parte del curso al salón de mamá y tenía 14 años.
Cuando estuvimos solos cogió mi mano infantil y se la metió debajo del uniforme azul. Lo tenía premeditado pues estaba sin calzón.
Mis cinco deditos de repente se sintieron mojados por su primer efluvio adolescente.
-¿Qué sientes, Eduardito?
Creo que te estás orinando, Azucena.
Rompió a carcajadas diciendo, eres muy niñito para entender muchas cosas.
Le di un piquito puro, infantil, de ésos que las nenitas me pedían a cada rato y salí al patio con mi pelota a jugar contra todas las niñas. Siempre les ganaba....
De vez en cuando nos tirábamos al suelo, las niñas formaban una carpa humana sobre mí.
Yo tocaba a las que podía en sus partecitas íntimas para ver si estaban orinadas como Azucena.
Ellas reían mucho diciendo, qué terrible será Eduardito de mayor...


Enrique Flores Cáceres.

jueves, 18 de octubre de 2012


Cuando mi mujer sonríe,
las flores no quieren morir,
pensando en aquella rosa
que desea vivir para siempre
y hacerme feliz.

Cuando mi mujer me acaricia,
el otoño respeta el camino
vertical, de abajo hacia arriba,
que recorre el olor de su dicha,
hasta perderse en el lugar
más apartado de mi firmamento.


Enrique Flores Cáceres.

Te enseñaré a soñar,

a gritar frente al mar;

a sudar para mojar,

al desierto de potestad.



Aprenderás a pecar,

en mi cuerpo de paz;

sentirás, en mi descenso genital,

el alma de la eternidad.



Enrique Flores Cáceres.

Si somos felices amándonos,

¿qué pecado cometemos?

¿para qué morir enfermos,

si podemos ahogarnos

en nuestros aguaceros?

(no temas tocarme; yo no temeré mojarte).


Te mojo por amor

por subir a Dios.


Por hacer ver al ángel,

que perdí mi condición,

para ser el timbre de tu voz.



Enrique Flores Cáceres.

Aparece tu nombre,
mi estrella,
el deseo.

Aparecen tus ojos.
La paz oliendo tu aliento.

Ante tanta pureza,
aparece pidiendo perdón el infierno.

Es decir, Humala, Chávez y los
dictadores eternos,
(incluidos políticos y funcionarios
mundiales, de alto o bajo fuego)
van desapareciendo.

Yo me voy con ellos,
porque, muerta la maldad,
¿qué hago debajo del cielo?


Enrique Flores Cáceres.

fragmento de mi novela.-

- Soy la persona más importante del mundo. No tengo mucho tiempo, ¿qué se le ofrece, súbdito de Roma?
Nada, Borgia.
-Soy su santidad¡¡¡
Santo sólo es el amor, Rodrigo Borgia, es decir, Jesús de Nazareth el Cual, por cierto, nunca se definió como tal.
Girándose, enfadado, lo imaginé por el tono de voz, preguntó a su entorno:
-¿Quién es este idiota?
Eduardo Vasconcellos Montenegro, Su Santidad, el peruano que ha denunciado a Rogelio Palomomalo por seducción de menores y consumación repetida del acto sexual en agravio de una niña de 16 años).
-Ah, eres tú, espetó furioso el dorado pescador. Quedas excomulgado y condenado al fuego eterno.
Nos vemos allí. El primero en llegar que espere al otro con unas cervezas muy heladas.
-Te burlas, imbécil. ¿Olvidas que lo que ato en la tierra se ata en el Cielo?
Tienes sólo poder para gobernar estados emocionales débiles sometidos a vuestra pérfida intención ya alcanzada, de crear temor con respecto a un Dios castigador que no existe.
-Gobernamos a la historia, al mundo, a la mente. Extendemos el reino de Cristo, demonio peruano.
El Reino de mi Padre está abandonado por la insultante riqueza de tu vaticano, palacios arzobispales, cuentas fabulosas clericales en todas las partes del planeta, mientras en muchos lugares del mismo, mis hermanos mueren por falta de pan, trabajo, libros, dignidad.
-No sabes con quién te has metido, Vasconcellos.
Con el enésimo depravado que gobierna a una iglesia tirana, asesina, pederasta, amante de orgías que se llevan a cabo en el mismo vaticano, que nunca ha servido al pobre universal.
-Iré a Lima para aniquilarte.
Te recibo en mi casa o reservo habitación en hotel.
-Llegaré al palacio de Landázuri, aunque no te guste, perro de mierda.
El padre Esteban desea hablar contigo. Está arrodillado pidiendo que le concedas el honor de escucharlo.
-Eso no ha sido atado en el cielo, dijo colgando abruptamente el teléfono.

...


Enrique Flores Cáceres.

miércoles, 17 de octubre de 2012


Se nos fue la luz
se nos fue el amor
se nos fue la estrella
que nos alumbró;
largo fue el silencio
que nos alejó;
pero de repente
algo muy extraño,
cayendo una tarde,
de los dos brotó.

Tú diste dos pasos
son los más hermosos
que me caminaron.

Yo tardé un segundo
en estar muy junto
entre tus dos labios;
hoy no sé qué quiero,
ni sé lo que quieres,
pero algo muy hondo,
pide que mis hombros,
duerman en tus brazos.


Enrique Flores Cáceres.

Voy a pactar con Cristo, que a ti quiero.
Voy a ascender
tu descenso
Voy a volar
en tu cielo
Voy a nadar
tus deseos
Voy a encender/apagar
tus incendios.

Voy a hacer
un mar/mundo
de tu pelo.

Voy a pactar
con Cristo,
que a ti
quiero.

Enrique Flores Cáceres.

martes, 16 de octubre de 2012


Fragmento de novela
______________________

Tiempo, te hiciste grande.
Ante tus ojos y mi amor sucumbió don José Delgado Velázquez y permitió lo que Dios había ya dictaminado.

Ariana fue mía, con tan inefable terneza, como en ningún jamás de tu andar, el aire será de tus entrañas.

Vivimos cada día con delicia.
Encendimos inviernos, apagamos dolores, iluminamos convicciones.

Las calles y los árboles se enamoraban de nosotros.
¿Te acuerdas cómo brillaba su mirada limpia?
¿De qué manera ella equilibraba los desórdenes de la vida?

Fui orgullo y fidelidad en sus ojos.
Su mejor amigo y confidente.
El abrazo más tierno y largo que en tu universo se extiende.

Me llamaron hijo sus padres, y Marcela llegó a conmover, y de qué maneras, las increíbles calles de mi destino.

Me regalaste mil seiscientas veinticuatro auroras donde hallé la parte más honda que jamás conocerán las horas.

Sin embargo, algo escondías en ese altar de inconmensurable amor, armonía, juventud y paz…


Enrique Flores Cáceres.

Literatura es recordar que hemos olvidado al alma.

Poesía? Salir juntos de tus ojos a los míos.



Enrique Flores Cáceres.

‎(pensando en tu genital emocional):
____________________________

Te llevo donde imagino que me besas,
donde el alba se diluye en tus latidos.

Junto a aire que sólo ama tus sonidos
donde el destino es tu cuerpo,
y la eternidad, tu río.


Enrique Flores Cáceres.

Un despertar lejano de mis ojos,
se ha sembrado en tu mirada.

Enrique Flores Cáceres.

Te amaré en la gloria
de un día.

Te amaré en la nada
que mira.

Te amaré cuando
Dios me lo pida.

-0-

Te amaré en el
aire que diga,
que me fui
donde él ya no brilla.

Te amaré,
tú serás la dormida...

Yo la voz que acaricia
a su Niña.


Enrique Flores Cáceres.

Si somos felices amándonos,
¿qué pecado cometemos?
¿para qué morir enfermos,
si podemos ahogarnos
en nuestros aguaceros?

(no temas tocarme; yo no temeré mojarte).

Te mojo por amor
por subir a Dios.

Por hacer ver al ángel,
que perdí mi condición,
para ser el timbre de tu voz.


Enrique Flores Cáceres.

Te llevo sin aire,
sin tierra,
sin agua,
sin voz,
sin esperma;
sin mis ojos en sus órbitas.

Te llevo simplemente en mi alma.


Enrique Flores Cáceres.

‎(Voy a pensar en ti.
Me he dado cuenta,
que así puedo llegar
a existir):

Pensándolo bien,
voy a pensar en ti.
Será, me digo,
que amo tu diámetro.

Miro tus ojos,
tu fragilidad;
veo tu alma,
más allá, de la
deliciosa
contemplación,
que tu cuerpo
me sabe dar.

Tu cuerpo es el
grito del lirio.
La ola que espera
el océano.
Tu cuerpo es la paz,
que da vida al prado.
Tu cuerpo, mujer,
me hace daño.

Voy a seguir pensando
en ti.
Me he dado cuenta,
que así puedo llegar
a existir.


Enrique Flores Cáceres.

Más allá de lo que sueñas,
sueña mi alma con tu estrella;
llega al cielo que la besa,
riega allí tu selva entera.


Enrique Flores Cáceres.

Cuando el ave ya no vuele,
y tu cuerpo aún lo sueñe;
subiré por to/ tus rieles,
mojaré lo que te queme.


Enrique Flores Cáceres.

No deseo al destino
ni un rincón en el mar.

Ni subir a una estrella
y llenarme de paz.

Sólo quiero tu falda
y de nuevo tocar.

Con mi alma tu himen
pa/ poderle adorar.



Enrique Flores Cáceres.

Un instante de tu pelo no ha caído
en el árbol del tiempo.

En ese soplo me alimento;
hago un mundo/pensamiento,
y lo siembro en tu deseo.


Enrique Flores Cáceres.

Fragmento de mi novela

‎(¿sabéis vosotros que alejandro sexto, papa del renacimiento, tuvo 9 hijos y cometió unos cuantos delitos por el mundo?
este mal samaritano es juzgado por el pueblo peruano en mi novela)

-¿Qué quieres decir, Alicia, con buenas sorpresas? ¿Te ha dicho algo Vasconcellos Montenegro?
No, él no dice las cosas, las hace; sin embargo ya están estructuradas en su mirada. Verá usted como esta macabra historia tiene un final humano.
-No sé qué pretendes decir, mujer. De cualquier manera, mejor dile tú misma a Eduardo que mañana a las 7 A.M. llama Su Santidad.
Sí, parece mentira, nuestro Papa quiere hablar con él.
-Voy a la casa parroquial a descansar. Tantos acontecimientos están acabando con mi salud, pero no sucumbiré; al contrario, lo daré todo por Roma.
-Si el hijo de mi entrañable doctora Montenegro se niega a escuchar al santo padre, házmelo saber inmediatamente.
¿Cuándo ha rechazado Eduardo hablar con alguien?

-Bueno, está bien.
Sabes, hija, nunca lo he hecho pero ahora voy a tomar una pastilla para dormir lo que resta de tarde y toda la noche.
Me levantaré para las oraciones y la misa. Después vendré a las 6.45. ¿Estarás también aquí?
Claro. Petronila y yo no dejamos sola a Priscila.
-¿Dónde está ella ahora?
Con Eduardo, en su habitación.
-¿Cómo? ¿Qué dices? Pecado, pecado, pecado. Dios santo, pecado, pecado.

Mientras el buen Esteban se retiraba, Alicia Sharp, descendiente de piratas ingleses que robaban, en el vientre del Océano Atlántico, el oro y plata peruanos a los salvajes asesinos españoles, usurpadores del sagrado Suelo Inca, reía a carcajadas, con su rostro infantil/adolescente de 42 años 1 mes, 25 días.

Enrique Flores Cáceres.

lunes, 15 de octubre de 2012


Mujer:

La gente no comprende lo que sabes dar,

la luz de tu sonrisa a la eternidad;

el agua que nos falta, para levantar,

lluvias de esperanza, más allá del mar.

Quien sube a tu ventana, bien podrá mirar,

el cielo que adormece a la soledad.

El grito que tú guardas, nos va a derramar,

la paz que ya florece, en tu paladar.

(Por ello las tristezas piensan en cambiar,

las sombras que las cubren por tu libertad).



Enrique Flores Cáceres.

Fragmento de novela
______________________

Tiempo, te hiciste grande.
Ante tus ojos y mi amor sucumbió don José Delgado Velázquez y permitió lo que Dios había ya dictaminado.

Ariana fue mía, con tan inefable terneza, como en ningún jamás de tu andar, el aire será de tus entrañas.

Vivimos cada día con delicia.
Encendimos inviernos, apagamos dolores, iluminamos convicciones.

Las calles y los árboles se enamoraban de nosotros.
¿Te acuerdas cómo brillaba su mirada limpia?
¿De qué manera ella equilibraba los desórdenes de la vida?

Fui orgullo y fidelidad en sus ojos.
Su mejor amigo y confidente.
El abrazo más tierno y largo que en tu universo se extiende.

Me llamaron hijo sus padres, y Marcela llegó a conmover, y de qué maneras, las increíbles calles de mi destino.

Me regalaste mil seiscientas veinticuatro auroras donde hallé la parte más honda que jamás conocerán las horas.

Sin embargo, algo escondías en ese altar de inconmensurable amor, armonía, juventud y paz…


Enrique Flores Cáceres.

sábado, 13 de octubre de 2012


No quiero tu dinero,

ni tu aire, ni tu afecto.

No quiero ni el segundo,

de una gota de tu tiempo.

No deseo que me engendres

y me des lo que yo espero.

Porque todo lo que sueño,

no lo tienes en tu cielo.




Enrique Flores Cáceres.

Serás mía

Desde tus pies a tus rodillas.

Escucharás gritar al alma de tu vida

Estando ya en tus rodillas...

Lo que queda, Risa Niña,

Es subir hasta tu brisa.

Allí se ahogará de universo mi sonrisa.



Enrique Flores Cáceres.

Un verso de mis labios a tu cuerpo

es un grito de lo eterno a tu deseo;

se unen ese instante, el mar y lo que siento

nadando tu nombre, en la paz del firmamento.



Enrique Flores Cáceres.

Voy a variar un segundo

del andar que tuvo el mundo;

para cambiar el asunto,

de tus pies donde te busco.




Enrique Flores Cáceres.

Si tus pies estuvieran en mi cama,

mi alma dormiría en tu mirada.



Enrique Flores Cáceres.

Mi novela va bien,

estoy en la parte en la que te hago el amor.

De tu orgasmo sale un grito, que apaga a la luz del sol.

De tu vientre, una niña, con el olor de tu voz.


Enrique Flores Cáceres.

Qué harían,
aire y cielo,
si tú no fueras el universo


Enrique Flores Cáceres.

Mar adentro,

como el aire

a su cielo,

navegaré

por tu cuerpo.




Enrique Flores Cáceres.

Quisiera que mi aire,
en tu silencio grite.

Y poder sentirte,
como yo lo quise.

Recorrer tu cuerpo,
con la voz que dice

Que, amarte, Niña,
es lo mejor que hice.


Enrique Flores Cáceres.

Mi grito es la sensualidad,
mi voz, el alma.

tú eres mi sensualidad
y mi alma.
--------------------<>----------------

Ayer soñé contigo.

Hoy amaneció mi almohada,

dulcemente atravesada.

Tuya es la patria de mi tierra,

pero, sobre todo,

la eternidad de mi alma.

--------------------<>----------------

El futuro de tus ojos es mi único recuerdo.

--------------------<>----------------


Cuando te toque allí,

descenderás a la eternidad.


Enrique Flores Cáceres.

miércoles, 10 de octubre de 2012


Te cambio de nombre y te llamo Alejandra:

Tus ojos aéreos.
Tu pensamiento sin límites en el cielo.
Tu amor de mártir en mi hondo lamento.
Mi llanto que ya llora pues estoy perdiendo.

La muerte que reclamo, más allá del Universo.
Mi derecho a olvidarme de tu pelo.
Mi estúpida terquedad al negarme lo que siento.
Estas ganas locas de apagarme en tus incendios.
De navegar en tus nalgas, hasta esconderme en sacramentos.
El dolor de saber que estás sufriendo y no querer remediar tu tormento.
¿Quién entiende al imbécil que llevo dentro?

Tú,
por ello cuando me olvides, recordarás con ternura que te quiero.


Enrique Flores Cáceres.

Con mis labios mordía
el sabor de su aire.

Por eso sabía,
que ella era un ángel.


Enrique Flores Cáceres.

Te imaginas juntando tus talones

y separando tus rodillas.

A mis labios subiendo,

desde los dedos de tus pies,

hasta las arenas ardientes de tu orilla?

Una vez en ella,

rasgar en tu boca inferior mi melodía.




Enrique Flores Cáceres.

Sin lo hondo de tu cuerpo

¿cómo llego a ver el cielo?

si no estás donde yo sueño,

¿cómo sueño que te quiero?




Enrique Flores Cáceres.

Creo en Dios
y en tu deseo
en tu mano
(mi silencio);
en el día
que recuerdo,
tú limpiando
lo que siento.

Creo en ti,
que estás
bebiendo,
lo que emana
de mi verso.

Tu sudor lo está
escribiendo,
donde valgo
lo que cuento.

Tu sonrisa,
(qué momento)
en el halo
más eterno;
abrazando
lo que es bueno,
despertando,
lo que ha muerto.

Vuelas tú
lejos de miedos,
de plegarias
que no entiendo.

Llevas paz,
pan al hambriento;
y en las noches,
ser inmenso,
eres tú donde yo entro.

Oh mujer,
cómo entenderlo,
siendo lirio de universos,
cómo es,
que cuando duermo,
¿soy el alma de tu cuerpo?



Enrique Flores Cáceres.

Fragmento de "Voy a morir", novela que presento el 19 d enero en Lima:
_____________

“Lo nuestro es la más hermosa historia de amor.
Marcará los instantes de las épocas.
Sin lo nuestro los segundos no pueden existir.
Somos el pan de cada día para la vida.
El infinito cielo existe para contemplarnos.
Los ojos de Eduardo se visten de los míos encendidos.
Los mares se mojarán de nuestros besos.
Las luces nacen de la conjunción de nuestros pechos.
Seremos el alma del recuerdo.
La gota que origina la lluvia de los cielos.
Somos el sonido del ave
El suspiro más grande de la eternidad.
Nos mece la bulla del silencio.
Caminamos por donde las horas jamás llegarán”.

Sí, doctor Félix Leticia Calderón, todo esto salía de la inefable naturalidad de la adolescente Ariana Delgado de la Sierra, sea en forma sonora o simplemente recogida en su mirada que empezaba en las pistas del universo y alcanzaba al núcleo de la eternidad.

-Y usted, que amó al mancebo desde su niñez, ¿cómo asumió el romance de Eduardo?
Desde mi primer encuentro con Ariana me sentí atraída por la contundencia de su belleza y la espontaneidad de su manera de ser.
La conocí en casa de la doctora Montenegro, una mañana tibia que calentó exquisitamente la llegada de la niña a casa del flamante enamorado.
Robó el corazón de su suegra, si acaso no lo tenía ya conquistado, apenas la vio y llenó de asombro al Químico.
Estábamos tomando desayuno ese sábado 26 de mayo de 1973 junto al padre Esteban y las Damas Solidarias cuando de repente aparecieron unos exuberantes, en exquisitez, ojos verdes/morados, indagando la dueña de ellos, con armoniosa voz, por Eduardo Vasconcellos Montenegro

...



Enrique Flores Cáceres.

El segundo de mi nombre

camina hacia el universo de tu voz.



Enrique Flores Cáceres.

martes, 9 de octubre de 2012


Tus ojos, me parece,
me van a quemar.

Los días sin tus días
dime dónde están?

El mundo se asemeja
a una soledad;

El sol que me camina
nunca va a llegar.

Todas las estrellas
no de adónde van,

si suda tu mirada
sin mojar mi paz.


Enrique Flores Cáceres.

Te amaré sin tocar tus sentidos.
Te amaré porque sólo sé amar.
Te amaré imaginando un latido,
en el beso que otro te da.

Te amaré recordándole al tiempo,
que este amor es de olor inmortal.
Te amaré, criatura, subiendo,
a la orilla del mar que me das.

Te amaré en un descuido del tiempo.
Será igual si hace sol o es invierno.
Con el agua que cae, naciendo,
de tus labio inferior, que yo suelto.

Amaré lo que enciende tu sueño.
Donde Dios sopla sol en invierno.
Junto al mar, donde nadan los cielos.
En la paz de un capullo en ascenso.

Te amaré donde está mi silencio.
Donde oré imaginando tu anhelo.
Sin hablar, sin hacer juramentos;
porque estás donde nace lo eterno.

Te amaré en un lugar que no encuentro:
porque amar, es perderse del tiempo.
Detendré, este amor en el viento,
para estar, sin llegar al recuerdo.

Te amaré sin saber
si es profundo.

Sólo sé que me caigo
y me hundo.

Cuando amo
tus ojos, te juro,

que no sé si es
mi Dios o tu mundo.

Te amaré oliendo
en el tiempo,
el aliento del viento,
donde vas a soñar.

Te amaré, criatura,
entendiendo,
que el destino que tengo,
Dios lo puso en tu altar.

Te amaré,
cuando el hombre
y su infierno,
sean flor en el cielo,
que yo voy a adorar.

Te amaré en lugares
sin días,
donde el aire y la vida,
sean esa alegría,
que tu vas a llorar.

Te amaré más allá
del momento,
donde el lirio/lamento,
da su gozo inmortal.

Te amaré con lo
eterno diciendo,
que la rosa que
siembro,
será incendio en tu paz.


Enrique Flores Cáceres.

lunes, 8 de octubre de 2012


Se cierran las estrofas
y quiero decir,
que eres la palabra
que faltó vivir.

Se cierran las estrofas
y voy a jurar,
que sólo lo que alumbras
me va acompañar.

Se cierran las estrofas
yo voy a llorar,
el río que en mí nace
no te mojará.

Se cierran las estrofas
y quiero volar,
a tu alma que me espera
en la eternidad.

Se cierran las estrofas
yo quiero nadar
contigo, con tu sangre,
a mi soledad.

Se cierran tantas cosas
sólo quedará,
la rosa que se enciende
donde tú te vas.


Enrique Flores Cáceres.


Cómo te diría,

que esta noche te despierto,

con un beso a las heridas,

que dejaron otros cuerpos.



Enrique Flores Cáceres.

En la piel de tus cielos,
en los ritmos encuentros
de tu andar y mis sueños;
voy haciendo de viento
de murmullo sudando
en la flor de tu cuento.

Cómo prendo el lamento
de tu selva cayendo,
al cristal firmamento
donde muerdo contento;
en mi afán recorriendo
de tus pies a tus pelos
todo el mar que me encuentro.

Hoy mi verso es perfecto,
en su nado en su vuelo
en su orgullo diciendo
que me llamas tu credo;
porque hemos llegado
a lugares eternos,
donde el Padre que es Nuestro
sigue lindo en sus templos.

Se termina el instante
que has sembrado en mi sangre
pero se abre un debate,
aún deseo volarte...

Más allá de la noche,
tu candor es mi norte;
tus luceros soportes,
de mi eterno horizonte;
donde el aire se baña
del sudor de tu espalda,
que provoca que haya
en lugares sin agua,
la ilusión que no estaba
antes de tus brazadas.


Enrique Flores Cáceres.

Oraría en tu vientre,
Me arrodillaría ante tus genitales,
Adoraría tus senos,
Daría un beso/siglo de amor a tus labios,
Entraría en ti para salir juntos nadando en la locura de nuestro
orgasmo.


Enrique Flores Cáceres.

Me imagino que me muero,
me imagino que te quiero,
me imagino que contemplo
el origen de tu viento.

Imagino que caminas
por la voz de mi deseo;
imagino que el silencio
hace polvo mi lamento.

Cuando el alma de tus senos
pide verme donde sueño.


Enrique Flores Cáceres.

Separad físicamente
a dos seres que se aman.

Poned a uno en la tierra
y al otro en la eternidad.

Cuando en un millón de años,
se vuelvan a encontrar

La pureza afectiva que unió
a sus pensamientos,
no habrá cambiado de lugar.


Enrique Flores Cáceres.

Intacto, despierto o dormido;
respirando, creciendo
en el alma de un ombligo,
grito tuyo/mío,
muriendo su flor,
acabando el destino.

No es un poema el amor;
es la cumbre de un grito de Dios;
son tus pies sin mi dolor;
mi albor diciendo al sol:
tu luz, astro,
nació de mi niña/fulgor.


Enrique Flores Cáceres.

Tus sentimientos,
cómo los sueño,
cómo los mimo,
cómo los quiero;
allí desnudo,
tanto silencio.

Siento que viene,
en tu mirada,
lo que no encuentro.
Gritan los tiempos;
las flores cantan,
los ruiseñores,
pintan en plazas,
cómo yo alcanzo,
cuando te beso,
al universo.


Enrique Flores Cáceres.

(Suspiro de novela)

Permanecimos dos horas mirándonos, sin decirnos nada.
Ella estaba montada encima de mí, desnudos los dos.
Mi pene había quedado atrapado en la entrada de sus genitales cerrados.
Repetimos los besos con lenguas dulces, enamoradas.
Cómo se mezclaron nuestros cabellos; los de ella, más dorados que nunca; los míos, casi lacios y oscurecidos por el otoño crudo helvético.
-En unos días, mi amor, volverán tus rulitos divinos.
Así fue…

Enrique Flores Cáceres.

Imaginas amor,
tú y yo amándonos en un
segundo ausente del
tiempo.

A tus piernas
albergando
precipicios eternos.

Alimentando
tus ojos el alma
de las estrellas.

Tus senos exquisitos,
iluminando lejanos,
los confines del
universo.

Nosotros,
en los ámbitos
de océanos en preludio,
abasteciendo al
futuro de ellos,
del infinito líquido
brotado de nuestro
instante de amor.


Enrique Flores Cáceres.

Aunque nada consigas hacer,

puedes entender a tu semejante y gobernar a tu interior universo.



Enrique Flores Cáceres.

El ser humano (de manera acertada o no) impone al ser humano nuevos retos.

A veces estos desafíos consisten en no olvidarnos de nosotros mismos.


Enrique Flores Cáceres.

Me muero esta tarde por comer tu piel;
al aire le someto por tenerte aquí:
te juro que en tu alma yo voy a vivir,
hoy subo por el cielo para hallarte a ti.

Me vuelo por tu pelo, yo soy tan feliz;
asciendo a tu descenso, está el mundo allí;
confieso que te amo, yo quiero decir,
que andando por tus aguas, no voy a morir.

Enrique Flores Cáceres.

domingo, 7 de octubre de 2012


‎(Niña, te pierdo, Niña, por amarte como nadie, siento, amar quisiera)

Niña, hoy me
vuelas niña;
tu aire me lascera,
porque estás
creciendo, donde
mi árbol piensa.

Eres todas partes,
eres lo que arde,
eres lo que sopla,
más fuerte que el aire.

Eres ese cielo
sembrado
en tus ojos,
con su azul celeste,
Niña, me conmueves.

Sé que estoy
perdiendo
por quererte
tanto.

Sé que estás
diciendo,
que no ando despacio

Sé que te
atormenta
que te quiera
tanto.

Sé que a las
estrellas,
te me irás
volando.

___

No puedo callar
aun si en ti mi
alma tiene
un final

Tengo que gritar
que tu piel
morena
reina en
mi lugar.

Vuela niña
hermosa,
vuela a tus
estrellas;
vuela a los
planetas,
sueñan
contu tierra.

Vuela y hazte
humo; quiero
más amarte
que verte
delante.

Pero si te quedas;
vuelo a donde quieras,
porque lo que incendias,
éso yo quisiera.

Vuela niña hermosa,
pero con mis cosas,
por si te hace falta
que mis manos toquen,
como ahora mismo,
tu pared hermosa.

Enrique Flores Cáceres.

Desnudos y parados
tomas asiento en mi anhelo

Así contemplamos la eternidad del horizonte.


Enrique Flores Cáceres.

Volar por el tiempo,

pintado en tu cuerpo;

diciendo sereno,

tu amor a mi cielo,

que amando tu viento,

despierta el silencio,

gritando en tu piel.

____

De noche en mi almohada,

mis manos te aman;

tus senos me llaman,

tu espalda me abraza;

bajando a tu plaza,

se rasgan dos almas,

desciende el ascenso,

besando tu ser.

____

De nuevo a galope,

tu amor como norte,

tu sangre me acoge,

tus besos me esconden;

las horas se rompen,

sudando me ofreces,

la paz de tus pies.

____

Les beso, les mimo,

les baño en mi río;

les juro que admiro,

su andar, mi delirio;

se asoma la aurora,

desnuda te miro;

me ofreces tu rosa,

me gritas hermosa,

que hoy es ayer...


Enrique Flores Cáceres.

Te desea amor mi luz,
pensamiento incrustado
en tus brazos eternos.
Te deseo niña corriendo,
deliciosa en mis lamentos.
Te deseo socorriendo la
sed de mar que tengo.
Te deseo sucediendo,
que la luna está muriendo.
Y ahora amaneciendo,
te deseo bajo un sol que
ha olvidado sus incendios.
Te deseo sin poderes,
con las manos que tú tienes.
Me deseo entre tu mente
ser el dueño de tu frente;
recorriéndote celeste
sin sudores que despierten,
emociones que te crecen.
Porque dormidita hueles,
a lo que mi alma siente.

Te deseo sin nostalgias
sin cristales alumbrados,
con mis pasos y mis ojos
en tu amor desenredados.
Te deseo mientras cuento
los instantes de tu sueño,
yo mi amor voy por el Cielo
veo a Dios en su descenso.
Sabes tú lo que le deseo?
ser el grito de tu pelo.


Enrique Flores Cáceres.

Cometeré el delito
de hacer contigo,
lo que en tu inmortalidad
no tiene sustantivo,
para que en la eternidad
de tus océanos,
se bañe la gota de mi vida.

Enrique Flores Cáceres.

sábado, 6 de octubre de 2012


Mi alma, en el alma de esa Niña es mi victoria.

Puedo estar lejos de sus ojos;

alumbrando el sol mi faz con sus últimos rayos,

y a ella dándole en esos momentos la flor de los mismos.

No importa; me habita y la habito, porque es el día de mañana en

mi vida, sueños y deseos.

____

Fui rebelde hasta encontrarla.

Cruzó mi anhelo la montaña del cielo más elevada.

Dejé atrás sombras y destinos; hasta lo mejor que he vivido,

porque sentía que alguien todo lo superaría.

____

Ahora está allí, donde mi alma es virgen, pues el aire de lo pasado

jamás lo descubrió. Hablo de lo que soñé: un desierto sin arena,

sin luceros, albas, tardes o noches. Sólo ella y mi sentimiento.

____

Sí, no hay aire cuando estoy frente a su frente: su aliento forma el

mar, y el único sonido del cielo.

Mi alma, en el alma de esa Niña es, cuando pienso sólo en mí, el universo...


Enrique Flores Cáceres.

Estoy huyendo de ti velozmente;

deseo encontrarte al final de mi carrera.



Enrique Flores Cáceres.

Allí estabas;

vestida de tus pies;

adornada de tus manos;

concediendo al universo

ver al destino a través de tus ojos.

mirándote, albergué la esperanza

de ser núcleo de tus sueños, algún día.


Enrique Flores Cáceres.


No sé dónde está la verdad,

pero creo que un trozo de ella es decirte que te amo.



Enrique Flores Cáceres.

Si tú no hubieras nacido,

de quién me habría enamorado.




Enrique Flores Cáceres.

Tantos sueños en mis ojos;

por tus ojos, mi recuerdo.

Tanto viento, ahora enciendo,

en la paz que hay en tu pelo.

Crece el alma en mis deseos;

por el aire de tu cuerpo.

Si esta tarde no te encuentro,

qué le digo a mi universo.



Enrique Flores Cáceres.

Me decía mi madre
que no ame si duele
que camine hasta donde
tu mirada refresque.

Me decía mi madre
que te entierre si mueres
así lo hice y sucede, que
donde duermes me mueves.

Me enseñaba mi madre
el amor a mi sangre
hoy bendigo a su tarde
que hizo bien al hablarme.

Me decía mi madre
que suspenda los pagos
cuando están cancelados
los errores pasados.

Me decía mi madre
que me moje si llueve
y llegando a la esquina
pida un té que no queme.

Me decía mi madre
que de paz a mi abrigo
en aquellos que el frío
quiso hacer su camino.

Me decía mi madre
saca brillo a tu espejo
está limpio y les quiero
a las arrugas que tengo.

Me decía mi madre
que te olvide si puedo
no he seguido su frase
quiero verte en mi cielo


Enrique Flores Cáceres.

Si no amase tu espíritu,

cómo desear el beso de tu sonrisa.



Enrique Flores Cáceres.

Lucero del aire del sol,

cómo me enciendes de amor.

Ya no vuelo por donde voy;

busco, amo, sueño, deseo, alcanzo,

el pétalo de flor que lleva a tu corazón.


Enrique Flores Cáceres.

Cómo llamarte amor,
si te extiendes
universalmente
cuando te proclamo
sin nombrarte.

O cómo llamarte piel,
cuando al tocarte
me deslizo
en la nada
que me realiza.

Qué razones hay
para pedir que te quedes,
sintiendo que eres
aire eterno de levantes,
en todos los caminos que me anidan.

Cometeré el delito
de hacer contigo,
lo que en tu inmortalidad
no tiene sustantivo,
para que en la eternidad
de tus océanos,
se bañe la gota de mi vida.

Enrique Flores Cáceres.

Tengo lo que no alcanzo,
dicen mis calles;
no me interesa nadie,
piensa lo que arde,
si en tu falda prende,
lo que me late.


Enrique Flores Cáceres.

Algo me está sucediendo

con el altar de tu cielo.

Imagino que me tocas,

en la alcoba del deseo.

Tus pies rozan mis besos;

tus senos, mi fuego en vuelo.

Pregunto a todos los tiempos,

dónde se huye de ellos;

pa/ eternizar el instante,

donde mi esperma te hace,

lo que desea tu cuerpo.



Enrique Flores Cáceres.

¿Puedo resbalar hasta el fondo de tu altura,

sembrar allí, el sudor de esta locura?


Enrique Flores Cáceres.

¿Podría saludarte en tu cumpleaños?

Prometo no decirte que te amo.

Poner nomás, en la tarjeta que te mando...

Que las rosas son para una flor que me hace daño.


¿puedo imaginar que toco tu cintura?

¿que en una noche larga, mojo de mi alma, tu laguna?


Enrique Flores Cáceres.

Si supieras qué siento

cuando nado tu mar.

Cuando beso tu alma

y acaricio tu altar.

Al tocar tu cintura,

un suspiro detrás.

Donde tú eres la aurora

que yo voy a volar.


Enrique Flores Cáceres.

Dicen que nunca llegarás.

Cuando ese tiempo termine, te voy a abrazar.


Enrique Flores Cáceres.

jueves, 4 de octubre de 2012


¿Dónde te veo de nuevo?

¿en qué destino del tiempo

empieza el olor de tu cuerpo?

¿qué dolores debo al viento,

para guardar lo que siento,

cuando mi ave muriendo,

es orgasmo en tu desierto?



Enrique Flores Cáceres.

Cómo te diría, 

que esta noche te despierto, 

con un beso a las heridas, 

que dejaron otros cuerpos.



Enrique Flores Cáceres.

No deseo al destino
ni un rincón en el mar.

Ni subir a una estrella
y llenarme de paz.

Sólo quiero tu falda
y de nuevo tocar.

Con mi alma tu himen
pa/ poderle adorar.



Enrique Flores Cáceres.


¿puedo decirte que me gustas?

¿que te pareces al hermoso lugar vacío que ocupó la luna?


Enrique Flores Cáceres.

Sólo podría recitar tu nombre en poesía

llamarte universo de mi vida

y en las noches,

recogerte en mi camisa.



Enrique Flores Cáceres.

¿Podemos hablar de vez en cuando?

para darte un poco de mi canto

a veces son sólo garabatos

en ellos escribo que te amo.


Enrique Flores Cáceres.

Jesús no te llama,

quien grita tu nombre es el Ser Humano.



Enrique Flores Cáceres.

Sin ella la vida es casi nada

un trozo de camino sin mirada;

un lugar donde el sol no es alborada

y hasta el alma grita paz, sin que algo nazca.


Enrique Flores Cáceres.

Eres la última en mi vida
o la primera que amaría

lo sé porque no quiero
bajar donde suspiras

si antes no te llevo
a ver lo que tendrías.

Tú tocas melodías,
donde mi paz calla y te mira

tus senos,
Dios los bendiga

para mí son las colinas,
donde se ora
con el alma de rodillas.

Por ello,
no me enseñes tu blusita

ni cruces las piernas
cuando sonrías

quizá olvido
que eres alma y sacristía

y peco para siempre, niña mía.


Enrique Flores Cáceres.

Viviría en tus talones

Mientras lo hago

sudaría hasta que llores.

Mis versos no son versos

son amores

que levantan hasta el cielo

el pelo de tu nombre.

Allí, si algo se esconde,

es mi esperma que te adora,

como el mundo, al rumbo norte.


Enrique Flores Cáceres.

Hay un milagro que podemos hacer,

el más grande de todos,

el cual transformaría al Universo:

Entendernos unos a otros.


Enrique Flores Cáceres.

miércoles, 3 de octubre de 2012


Tus senos, mi fuego en vuelo.

Pregunto a todos los tiempos,

dónde se huye de ellos;

pa/ eternizar el instante,

donde mi esperma te hace,

lo que desea tu cuerpo.


Enrique Flores Cáceres.

Tus pies debajo de mi lengua

tu alma en la paz de las estrellas

yo, imaginando lo que esperas;

dando el pan de cada día,

a las penas que nos quedan.



Enrique Flores Cáceres.

Perdona si me duermo en tu deseo; 

si recojo mis recuerdos y comienzo desde cero. 

Es que niña, te pareces a los vientos; 

donde el mundo y sus secretos se esconden en tus sueños. 

Yo me elevo al infinito de tu cuerpo; 

me someto a lo que veo: 

tus pelos, tus labios y el desierto, 

donde Cristo comprendió que iría al Cielo.

Así es como yo en el aire me suspendo; 

porque toco lo que entiendo, como flor del firmamento; 

en tus manos los mares son abiertos, 

tanto así que confundo, tus ojos con el credo;

perdona por decirte que te quiero;

al mirarte, dime niña, cómo callo lo que siento.


Enrique Flores Cáceres.

¿Dime si un día vendrá
donde la noche y su voz
digan un verso a tu amor
estando Dios ascendiendo
desde su cielo a tu olor?


Enrique Flores Cáceres.

Si tú te vas, 

quién dice a Cristo

que no hay peces en el mar:

___

Quién se desnuda, 

y abriga la humanidad.

___

Quién por las noches, 

multiplica las estrellas,

para que el hambre

aquí en la tierra, 

(en la luz de tus miradas)

pueda irse a otro lugar.

_____

Si tú no estás,

qué nombre beso

a la hora de soñar;

____

Qué pies me pongo

para ir a caminar,

hacia el norte,

que imagina,

que allí debo despertar.



Enrique Flores Cáceres

Sé que estás llegando,

porque en las arenas

del desierto donde te espero,

el aire escribe tu nombre.



Enrique Flores Cáceres.

Yo no sé lo que es el tiempo.

Lo cierto es que él sabe que existo más allá de cualquiera de sus cielos.


Enrique Flores Cáceres.

El amor al universo es la victoria de tu vida.

Ninguna otra medalla tendrá el valor de la paz.


Enrique Flores Cáceres.

Amor, me desintegra tu angelical encanto:
__________________________________

Rozando tu canto,

subiendo es bajando,

mordiendo tus senos,

tu espíritu casto...

Me siento algún santo,

haciendo milagros,

pues agua en mi manto,

tus piernas dejaron.


Enrique Flores Cáceres.

Sin tu nombre,
¿qué es el verbo?
Sin tu aire,
¿de qué le sirve,
existir al Universo?


Enrique Flores Cáceres.

Es de noche y te extraño,
en mi cama del mar.
Tendrá frío, me digo,
la quisiera abrigar.


Enrique Flores Cáceres.

No me hacen falta los que se fueron,
extraño a los que están.

Enrique Flores Cáceres.

Tú desnuda
y yo perdido
en el fondo
de tu beso;
voy llegando
a tu lamento
cuando toco
lo que encuentro.

Mientras bajo
donde muero,
grita un aire
que es eterno,
el sonido
de tu labio,
cuando entra
en él mi vuelo.

Es de noche
en el azote,
de tu cuerpo
a mi nombre;
grita el cielo,
que en su corte,
todos miran
a tu norte.

Amanece
consumado
el pecado
más sagrado;
Cristo mismo
ha perdonado,
que en ti adore
lo que amo.

Enrique Flores Cáceres.

Lo último que te ocurrirá en la vida será ver a Dios algún día.

Por ello somos proyectos, aún no realizados, de Eternidad.

Hay pecados que son bendecidos en el Reino de los Cielos:

Aquellos que no hacen daño a tus hermanos seres humanos.


Enrique Flores Cáceres.

En la tarde que se pierde
todo sabe a lo que tienes;
necesito ver tu suerte
donde el viento me conmueve.

Enrique Flores Cáceres.

Pareciera que tu nombre
puebla hoy el horizonte,
donde el mundo halla el norte
y mis ojos lo que escondes.

Enrique Flores Cáceres.

Si amas sin ningún añadido extraño al amor,

recibirás amor hasta de las piedras.


Enrique Flores Cáceres.