martes, 16 de octubre de 2012


Fragmento de mi novela

‎(¿sabéis vosotros que alejandro sexto, papa del renacimiento, tuvo 9 hijos y cometió unos cuantos delitos por el mundo?
este mal samaritano es juzgado por el pueblo peruano en mi novela)

-¿Qué quieres decir, Alicia, con buenas sorpresas? ¿Te ha dicho algo Vasconcellos Montenegro?
No, él no dice las cosas, las hace; sin embargo ya están estructuradas en su mirada. Verá usted como esta macabra historia tiene un final humano.
-No sé qué pretendes decir, mujer. De cualquier manera, mejor dile tú misma a Eduardo que mañana a las 7 A.M. llama Su Santidad.
Sí, parece mentira, nuestro Papa quiere hablar con él.
-Voy a la casa parroquial a descansar. Tantos acontecimientos están acabando con mi salud, pero no sucumbiré; al contrario, lo daré todo por Roma.
-Si el hijo de mi entrañable doctora Montenegro se niega a escuchar al santo padre, házmelo saber inmediatamente.
¿Cuándo ha rechazado Eduardo hablar con alguien?

-Bueno, está bien.
Sabes, hija, nunca lo he hecho pero ahora voy a tomar una pastilla para dormir lo que resta de tarde y toda la noche.
Me levantaré para las oraciones y la misa. Después vendré a las 6.45. ¿Estarás también aquí?
Claro. Petronila y yo no dejamos sola a Priscila.
-¿Dónde está ella ahora?
Con Eduardo, en su habitación.
-¿Cómo? ¿Qué dices? Pecado, pecado, pecado. Dios santo, pecado, pecado.

Mientras el buen Esteban se retiraba, Alicia Sharp, descendiente de piratas ingleses que robaban, en el vientre del Océano Atlántico, el oro y plata peruanos a los salvajes asesinos españoles, usurpadores del sagrado Suelo Inca, reía a carcajadas, con su rostro infantil/adolescente de 42 años 1 mes, 25 días.

Enrique Flores Cáceres.

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