miércoles, 10 de octubre de 2012


Creo en Dios
y en tu deseo
en tu mano
(mi silencio);
en el día
que recuerdo,
tú limpiando
lo que siento.

Creo en ti,
que estás
bebiendo,
lo que emana
de mi verso.

Tu sudor lo está
escribiendo,
donde valgo
lo que cuento.

Tu sonrisa,
(qué momento)
en el halo
más eterno;
abrazando
lo que es bueno,
despertando,
lo que ha muerto.

Vuelas tú
lejos de miedos,
de plegarias
que no entiendo.

Llevas paz,
pan al hambriento;
y en las noches,
ser inmenso,
eres tú donde yo entro.

Oh mujer,
cómo entenderlo,
siendo lirio de universos,
cómo es,
que cuando duermo,
¿soy el alma de tu cuerpo?



Enrique Flores Cáceres.

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