martes, 9 de octubre de 2012


Te amaré sin tocar tus sentidos.
Te amaré porque sólo sé amar.
Te amaré imaginando un latido,
en el beso que otro te da.

Te amaré recordándole al tiempo,
que este amor es de olor inmortal.
Te amaré, criatura, subiendo,
a la orilla del mar que me das.

Te amaré en un descuido del tiempo.
Será igual si hace sol o es invierno.
Con el agua que cae, naciendo,
de tus labio inferior, que yo suelto.

Amaré lo que enciende tu sueño.
Donde Dios sopla sol en invierno.
Junto al mar, donde nadan los cielos.
En la paz de un capullo en ascenso.

Te amaré donde está mi silencio.
Donde oré imaginando tu anhelo.
Sin hablar, sin hacer juramentos;
porque estás donde nace lo eterno.

Te amaré en un lugar que no encuentro:
porque amar, es perderse del tiempo.
Detendré, este amor en el viento,
para estar, sin llegar al recuerdo.

Te amaré sin saber
si es profundo.

Sólo sé que me caigo
y me hundo.

Cuando amo
tus ojos, te juro,

que no sé si es
mi Dios o tu mundo.

Te amaré oliendo
en el tiempo,
el aliento del viento,
donde vas a soñar.

Te amaré, criatura,
entendiendo,
que el destino que tengo,
Dios lo puso en tu altar.

Te amaré,
cuando el hombre
y su infierno,
sean flor en el cielo,
que yo voy a adorar.

Te amaré en lugares
sin días,
donde el aire y la vida,
sean esa alegría,
que tu vas a llorar.

Te amaré más allá
del momento,
donde el lirio/lamento,
da su gozo inmortal.

Te amaré con lo
eterno diciendo,
que la rosa que
siembro,
será incendio en tu paz.


Enrique Flores Cáceres.

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