miércoles, 10 de octubre de 2012


Te cambio de nombre y te llamo Alejandra:

Tus ojos aéreos.
Tu pensamiento sin límites en el cielo.
Tu amor de mártir en mi hondo lamento.
Mi llanto que ya llora pues estoy perdiendo.

La muerte que reclamo, más allá del Universo.
Mi derecho a olvidarme de tu pelo.
Mi estúpida terquedad al negarme lo que siento.
Estas ganas locas de apagarme en tus incendios.
De navegar en tus nalgas, hasta esconderme en sacramentos.
El dolor de saber que estás sufriendo y no querer remediar tu tormento.
¿Quién entiende al imbécil que llevo dentro?

Tú,
por ello cuando me olvides, recordarás con ternura que te quiero.


Enrique Flores Cáceres.

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