lunes, 8 de octubre de 2012


En la piel de tus cielos,
en los ritmos encuentros
de tu andar y mis sueños;
voy haciendo de viento
de murmullo sudando
en la flor de tu cuento.

Cómo prendo el lamento
de tu selva cayendo,
al cristal firmamento
donde muerdo contento;
en mi afán recorriendo
de tus pies a tus pelos
todo el mar que me encuentro.

Hoy mi verso es perfecto,
en su nado en su vuelo
en su orgullo diciendo
que me llamas tu credo;
porque hemos llegado
a lugares eternos,
donde el Padre que es Nuestro
sigue lindo en sus templos.

Se termina el instante
que has sembrado en mi sangre
pero se abre un debate,
aún deseo volarte...

Más allá de la noche,
tu candor es mi norte;
tus luceros soportes,
de mi eterno horizonte;
donde el aire se baña
del sudor de tu espalda,
que provoca que haya
en lugares sin agua,
la ilusión que no estaba
antes de tus brazadas.


Enrique Flores Cáceres.

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