sábado, 6 de octubre de 2012
Mi alma, en el alma de esa Niña es mi victoria.
Puedo estar lejos de sus ojos;
alumbrando el sol mi faz con sus últimos rayos,
y a ella dándole en esos momentos la flor de los mismos.
No importa; me habita y la habito, porque es el día de mañana en
mi vida, sueños y deseos.
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Fui rebelde hasta encontrarla.
Cruzó mi anhelo la montaña del cielo más elevada.
Dejé atrás sombras y destinos; hasta lo mejor que he vivido,
porque sentía que alguien todo lo superaría.
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Ahora está allí, donde mi alma es virgen, pues el aire de lo pasado
jamás lo descubrió. Hablo de lo que soñé: un desierto sin arena,
sin luceros, albas, tardes o noches. Sólo ella y mi sentimiento.
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Sí, no hay aire cuando estoy frente a su frente: su aliento forma el
mar, y el único sonido del cielo.
Mi alma, en el alma de esa Niña es, cuando pienso sólo en mí, el universo...
Enrique Flores Cáceres.
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