Eres la última en mi vida
o la primera que amaría
lo sé porque no quiero
bajar donde suspiras
si antes no te llevo
a ver lo que tendrías.
Tú tocas melodías,
donde mi paz calla y te mira
tus senos,
Dios los bendiga
para mí son las colinas,
donde se ora
con el alma de rodillas.
Por ello,
no me enseñes tu blusita
ni cruces las piernas
cuando sonrías
quizá olvido
que eres alma y sacristía
y peco para siempre, niña mía.
Enrique Flores Cáceres.
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